Sobre la Psicología y la Psicopatología
“No podrá comenzarse el estudio de las anormalidades psíquicas sin conocer en qué consiste lo normal”
En el “Curso de Psiquiatría”, el maestro Delgado establece una comparación muy interesante y un contraste entre dos ciencias muy clásicas dentro de la salud mental, la psicología y la psicopatología.
Delgado procede en entender que la psicopatología es una rama de la psicología, puesto que la psicopatología explica todas las manifestaciones de la vida mental del hombre y de los animales. Pero en este caso, Delgado considera que la psicopatología cobra sin lugar a dudas un lugar especial dentro de la salud mental ya que abarca una serie de patologías y manifestaciones anímicas que la podrían incluso considerar una especialización dentro las ciencias de la salud mental y la psiquiatría.
No se trata tan solo del estudio de cuestiones cuantitativas, es decir de las desviaciones funcionales del organismo, sino también las diferencias originales (primigenias) de la estructura anímica del sujeto en si. Es sin lugar a dudas un conocimiento que se presta a entender generalmente el ser anímico del hombre, y su interacción con un mundo lleno de funciones y constituciones biológicas, además de comprender también su interacción con las manifestaciones conductuales, con la conciencia y con la estructura anímica que respecta al hombre.
Según el maestro Delgado, la condición de las personas en las cuales existen ciertos fenómenos psíquicos anormales, muchas veces de mayor calibre, los colocan fuera del campo de la observación del psicólogo general, para que puedan ser comprendidos de manera más profunda y amplia por un psiquiatra. Por ello, históricamente se le ha confiado el estudio de la psicopatología a los médicos, puesto que el estudio del diagnostico, los síntomas, los signos y el entendimiento de las patologías yace en cada uno de los galenos dispuesto al servicio y a la entrega de las dolencias del paciente. En este caso, se habla de médicos psiquiatras en función a la dolencia anímico-biológica del ser. Evidentemente nunca descuidando, ni dejando de comprender que dentro de esta rama de la salud mental, existe cierta influencia de los psicólogos y sus antecesores (los filósofos, los místicos, los moralistas…) puesto que su contribución yace en la comprensión profunda del ser anímico del hombre.
Ello pues demuestra la colaboración de ambas disciplinas sobre el alma humana, la primera –la psicología- ahonda en el ser anímico del hombre, la segunda –la psicopatología- comprende los signos, los síntomas, la patología y el diagnostico integral de un fenómeno psíquico en el ser humano.
Reconociéndose entonces, según el maestro que una buena formación psicológica requiere cierta versación en materia de desórdenes de la mente.
Lo que gana muchas veces el psicólogo, según Don Honorio Delgado, en función a toda la información y experiencia psicopatológica es una disposición más abierta para comprender y conectar todas aquellas experiencias anímicas y emocionales, sentimentales y instintivas, que se conectan en una vida interior psíquica permitiendo que esta sea comprendida por mucha de la psicología.
Sin embargo, el psiquiatra es propenso a la visón esquemática, según el maestro, a preocuparse por el destino del enfermo y a menudo – como lo señala Delgado- el psicólogo se pierde en el análisis del detalle, desadvirtiendo al hombre mismo.