jueves, 31 de enero de 2013

Sobre el Articulo de Don Honorio Delgado en el Comercio, publicado el 1 de enero del 1915



Uno de las grandes virtudes que poseía el maestro Delgado era su habilidad para desenvolverse de manera casi plena en las innumerables labores aparte de la Medicina. Don Honorio Delgado fue un gran profesor, un excelente filosofo, un conocedor profundo del idioma castellano, y así, podría seguir mencionando la excelencia del maestro y no podría describir de manera precisa la grandiosidad que poseía para desarrollar semejante productividad y coherencia en todo aquello que él llevó haciendo a lo largo de su vida.
Dentro de sus actividades académicas, Don Honorio Delgado incluyó la labor de ser escritor de uno de los diarios más prestigiosos del Perú, el Comercio. Sin lugar a dudas, no conozco hasta nuestros días a semejante escritor que tenga un estilo que eleve tanto el espíritu académico como el profesor Delgado tuvo en su momento. Al momento de escribir, las palabras y las frases empleadas en sus textos describían de forma precisa ciertos fenómenos; y a la vez la simpleza que adoptó en la redacción, fruto del acierto en la reseña que emprendía en el instante de realizar el intento certero de desenmascarar la realidad, hacia que espíritus académicos ávidos del aprendizaje, carentes de aleccionamiento en las materias que él desarrollaba, elevaran su intelecto dirigiéndolos hacia la excelencia académica. En pocas palabras, las palabras y en la lectura detallada de los textos del maestro iluminaban, y continúan haciéndolo, a las mentes adolescentes y deseosas de aprender.

El primer artículo que registró el maestro en el Comercio, fue un articulo donde el habló del Psicoanálisis. Como se menciono en un artículo pasado de este blog, en el articulo "Honorio Delgado y el Psicoanálisis" publicado el 17 de diciembre del 2011, el maestro Delgado tuvo un vinculo con dicha escuela a tal punto de llegar a trabar una amistad con el profesor Sigmund Freud mediante correspondencias enviadas entre el primer y el tercer decenio del siglo XX.

En este articulo periodístico, donde Delgado habla del psicoanálisis, lo menciona como un método de valor y aplicación universal, aludiendo a que la teoría psicoanalítica se encontraba en todas las esferas como el arte, las ciencias y la filosofía. Es evidente, que actualmente y capaz en menor intensidad, el Psicoanálisis invade mucho de las esferas de desarrollo humano en su afán de encontrarle sentido y explicación mediante sus interpretaciones forzadas y poco fenomenológicas de las cosas.
Siguiendo con el texto, es comprensible que Delgado trate de ubicar al Psicoanálisis como una "concepción con panoramas estupendos, sublimes, frecuentemente matizados, de extravagancia, de ilogismo y hasta de vulgaridad" a partir de que menciona a la disciplina como una magna concepción del autor, dado que en ese tiempo el maestro se encontraba influenciado por la rama freudiana, por la escuela vienesa del placer, que lo influenció fuertemente hasta finales de los años treinta, en que descubrió la carencia científica y la necesidad de tener una fe en la doctrina psicoanalítica. Lo último fue descrito finalmente en el texto de "Psicología" y en varios otros textos póstumos de Don Honorio Delgado. 
Para seguir en la temática del artículo, el maestro empieza describiendo y fundamentando su texto con reseñas históricas pudiendo elevar el ánima del lector hacia donde él mismo quería dirigirla, a la comprensión de la teoría psicoanalítica en ese momento.

Segismundo Freud, más conocido como Sigmund Freud, fue el precursor y el iniciador del Psicoanálisis, influenciado por las enseñanzas de Charcot y Bernheim, continuando su formación con Breuer, emprendió una serie de investigaciones en el campo de la psiconeurosis. Se percató durante su formación y sus investigaciones que la histeria no era nada más que un conjunto de fuerzas psíquicas que dominaban la actividad psíquica inconsciente, específicamente de ciertas tendencias afectivas que permanecen ocultas a la conciencia, citando al profesor Delgado. Estas, sumadas a una lucha entre lo consciente y los impulsos reprimidos en lo subconsciente son explicaciones para el fenómeno de la histeria comprendido desde la escuela freudiana.
A partir de dicha comprensión del trastorno, fue que Breuer empleó el uso de la catarsis mediante el hipnotismo, haciendo que el paciente descargue sus contenidos más ocultos a lo consciente, de forma que sumado a esta descarga haya una expulsión de las energías y cargas afectivas que generan el mal.
Fue de Breuer, que Freud comienza a sospechar en que existe un juez severo que decide cuales representaciones permanecen en la subconsciencia y cuáles de estas se elevan hacia la conciencia, explicando así  como es que las personas suelen olvidar los nombres de aquellas otras personas por las cuales siente odio o repulsión, o incluso que se pierdan los objetos que por su deterioro se requiere reemplazar por otros nuevos, citando al maestro Delgado.

La vida subconsciente está activa con frecuencia, y esta se manifiesta con muchos actos involuntarios, o actos que Freud denomina "actos fallidos". Estos actos, como menciona Don Honorio, son acciones que la ciencia entiende como fatiga o desviaciones de la atención. Para Freud, los actos involuntarios o fallidos, son intenciones determinadas que debido a su situación psicológica no pueden expresarse de otra manera. Cuando uno menos se da cuenta expresa palabras o hace gestos, de forma involuntaria, sin descuido alguno.
Otra categoría para examinar la vida subconsciente son los ensueños. En los sueños, para la escuela freudiana, las imágenes tienen un valor representativo disimulado y esta escuela asume que estas imágenes de fondo tienen un significado o una proyección en eventos ocurridos durante la infancia. Es evidente, que en la actualidad no hay evidencia científica alguna que pueda realmente avalar lo descrito por Freud. Pero, es cierto lo que describe Delgado, porque es claro que los sueños para el psicoanálisis son territorios del inconsciente o subconsciente (como lo llama el maestro Delgado), donde ocurren los simbolismos que sitúan lo más oculto de la vida anímica del individuo además de proyecciones de la misma niñez que han sido reprimidas u ocultas por algún evento traumático, por ejemplo.  Citando el profesor Honorio Delgado a Alfonso Daudet, el sueño se presenta como un desahogo o como una "válvula de seguridad".
Lo difícil y el reto que colinda con lo místico de la técnica psicoanalítica es la interpretación de estos símbolos ajenos a la conciencia, afines al subconsciente. Para Freud hay ciertas distinciones a partir de este punto, como menciona Delgado:

  1. La descripción del sueño.
  2. Los pensamientos encadenados de forma latente, que el psicoanalista está obligado a desencadenar.
  3. Como es que estos pensamientos latentes se han introducido en la sustancia o en el fenómeno del sueño.

En los sueños, según la teoría psicoanalítica, las representaciones sufren una serie de cambios influenciados por los sentimientos o pensamientos representativos, que divergen en gran medida de la vida consciente. La diferencia entre ambos está fundamentalmente en la reviviscencia de imágenes inmorales, a las excitaciones corporales actuales dependientes de las leyes de menor resistencia, y a la facilidad de evocar automáticamente las representaciones con más frecuencia usadas.
Hay que considerar además, que los sueños son representaciones plásticas, cuya estructura está formada por imágenes visibles. Aquí es donde el maestro Delgado hace una semejanza con los jeroglíficos, ya que tanto estos como los sueños han de pasar por un proceso de desenmascaramiento del significado detrás.

En el Psicoanálisis, la poesía y los sueños tienen en el fondo la misma naturaleza. Los deseos hallados en la poesía son para el Psicoanálisis, aquellos deseos más o menos reprimidos en los primeros años de vida.
Además de la poesía, el psicoanálisis descubre los motivos subjetivos y personales de ciertas ideologías filosóficas y científicas. El desenvolvimiento de los políticos o las producciones literarias, según como lo describe el maestro Delgado, puede ser relacionado con ciertos acontecimientos de su vida.
En el caso del arte, el Psicoanálisis lo coloca como la actividad para apaciguar ciertas necesidades no saciadas. Son anhelos que el hombre plasma detrás de un cuadro artístico, pero que en realidad estos anhelos se ven interrumpidos por la estética y el estilo propio del artista, volviéndose al igual que los sueños y los jeroglíficos un elemento más que descifrar.
En función a la parte mística y la parte religiosa, considera Freud, que son de alguna manera "tentativas de crear compensaciones a la satisfacción insuficiente de las necesidades".  Sumado a esto, en cuestión de lo sociocultural, Freud considera que comprender ciertos fragmentos de la historia de la civilización es comprender a ciertos hombres que de niños han producido "espontáneamente represiones del instinto", como citaría Don Honorio Delgado.
En función a la ética y a la pedagogía, el Psicoanálisis tiene la necesidad de comprender las tendencias fundamentales más profundas del ser humano en su etapa infantil. De esta manera comprender las tendencias fundamentales más profundas y su mecanismo con el inconsciente y la conciencia, permite al educando y al psicólogo infantil orientado desde el psicoanálisis comprender los mecanismos de represión, y cuando estos ocurren de manera brusca de tal manera que pueda el pedagogo o el terapeuta evitar dichas actitudes represivas. Para Honorio Delgado, y con un tono de esperanza en una técnica carente de fundamento fenomenológico y científico, el psicoanálisis es en la educación una futura técnica profiláctica para evitar el crimen y la locura.

Finalmente, el artículo publicado en el Comercio cierra con unas palabras de Pierre Janet, en la cual evoca de alguna manera a la libido. Para Janet, no es sino toda actividad psicológica que escapa de la conciencia y que tuvo su origen en lo inconsciente, y que finalmente su contenido está formado por deseos ansioso y reminiscencias angustiantes reprimidas, derivando en una naturaleza exclusivamente erótica.
Este concepto de libido es lo que mucho de sus aprendices, como Adler por ejemplo, tomasen la decisión de ampliar la visión de un Psicoanálisis parcializado y limitado por conceptos como el de "Libido". Estas ampliaciones realizadas por Adler, Frankl, Allers y otros discípulos disidentes, tanto directos como indirectos, han sido más congruentes y realistas con el fenómeno psicológico humano.
En nuestra opinión, concluyendo con la reflexión del artículo, considerar al Psicoanálisis como una estructura valida en la vida anímica humana, además de considerarla como la única que podría explicar de fondo los eventos que ocurren a diario, es carecer de criterio fundamentalmente científico, fenomenológico y estrictamente humano. El Psicoanálisis, por más llamativo que pueda ser a los ojos del lector, es sin embargo una herramienta que reduce muchos de los elementos del hombre a eventos relacionados con instinto, erotización y dinamismo incompleto que colinda con interpretaciones forzadas, restrictivas a la naturaleza humana integral y a los eventos externos de la misma. Pues el hombre se encuentra en dialogo constante con la naturaleza, y en este no se efectúa tan solo con una parte del ser, el encuentro se da en principio con todo, de forma integral. Se debe considerar al hombre como el que es, en todo su ser biológico, psicológico y espiritual. Es por lo tanto una existencia más, relevante en el espacio existencial, dentro de un sinnúmero de existencias que conjugan fenómenos que son observables y describibles a la visión de la razón. Incluso, las existencias cuando se desarticulan de lo normal e interaccionan con lo anormal, los fenómenos siguen siendo perceptibles a la luz de la verdad, y el facultativo es donde hace el trabajo impecable al percibirlos y describirlos como tales. No cae este en una interpretación, en una suposición, o en atribuciones que pueden manchar la realidad de ocurrencia de dichos eventos. Por lo tanto, discrepamos con esta visión interpretativa psicoanalítica, no en vista a generar cisma y disturbio entre los lectores, sino en vista a que no podemos pretender entender al ser humano partiendo desde la idea de reducirlo a ciertos aspectos de su mismidad como ser-en-el-mundo, como existencia, para comprenderlo.