martes, 26 de noviembre de 2013

Sobre los Problemas de la Relación Anímico – Corporal


Después de mucho tiempo de ausencia es que emprendo una vez más un viaje a través de los textos del maestro Honorio Delgado. Esta vez, acogiendo las palabras del doctor Grover Mori sobre el texto “Enjuiciamiento de la Medicina Psicosomática” e influenciado por las mismas; es que elaboré esta reflexión en base a un problema de tal envergadura, que hasta nuestros tiempos es un tema de continua discusión y análisis: la relación anímico – corporal y los problemas que se hallan en dicha asociación.

La relación psicofísica, que representa el vinculo entre lo orgánico y lo anímico, es un enigma de difícil dilucidación. Además de ello, interviene ciertamente en lo mas profundo en todos aquellos factores que están relacionados con el origen y la manifestación del estado patológico del paciente. Siendo esto cierto, surge una problemática esencial dentro del ámbito clínico, que muchas veces depende del observador y es el hecho de una falta de reconocimiento del problema real con relación a lo anímico y lo corporal. Otra problemática añadida es el hecho que hay un constante problema entre los médicos de reconocer el real problema de la relación anímico – corporal. Y es que existen un gran grupo de defensores de las teorías organicistas la cual promueve el concepto de que el alma es prolongación del cuerpo y que por lo tanto, el cuerpo y el alma son uno solo. Otro grupo de médicos tienden a desconocer el problema con el argumento de que no hay elemento “físico” o “psíquico” en si, sino personas, y que lo físico y lo psíquico son hechos de segundo orden. Tanto la totalización de una parte del individuo como la generalización del mismo, caen en una suerte de monismo, y genera tendencias cegadoras para aclarar las “diferencias cualitativas” de los fenómenos de la experiencia, que sin estos el conocimiento científico – médico no se hace real.

Durante siglos, el hombre consternado por esta hesitación, es que propone teorías que más o menos tratan de explicar la diferencia entre lo anímico y lo corporal, además de su influencia en el ser humano. Inicialmente la teoría clásica abarcaba dos probables explicaciones para la comprensión de dicho fenómeno: los efectos recíprocos y el paralelismo psicofísico.
En la teoría de los efectos recíprocos, lo mental y lo corporal se influyen mutuamente, sin embargo; al hablar de interrelación entre ambas es intentar añadirle materialidad al alma yendo en contra de las esencias mismas de esta ultima.
Por otro lado, el paralelismo psicofísico, considera que el alma y el cuerpo son dos esencias distintas y correspondientes. Cada una de estas gira en su propio eje. Pero, existe cierta fuerza, como una “mano invisible” la cual correlaciona a ambas, buscando un criterio de simultaneidad.  Pero lo que no esta del todo dilucidado es: ¿Existe un criterio de simultaneidad o más bien dos manifestaciones distintas de una misma sustancia? ¿Hay influencia entre ambas? De algún modo esta teoría sustenta su existencia en bases monistas. Y el problema fundamental de la teoría del paralelismo psicofísico es quizás determinar cual de los dos es primero ante un determinado acto, por ejemplo, ante la audición o la captación a través de los sentidos. Hay un ejemplo que propone el maestro Delgado: “Las vibraciones que hieren a los sentidos son acompañadas de algo psíquico, de modo que la percepción sería debida tanto a este inimaginable psiquismo paralelo extrahumano cuanto a las vibraciones mismas que excitan los órganos de los sentidos y que ambos se transmitirán por los nervios y actuarían en el cerebro”. Entonces, aquí vendría a tallar lo que en un inicio se planteaba: “¿Cuál de los dos es el primero realmente? ¿Son los dos en simultaneo?” Aquí es donde la filosofía positiva entra en crisis presentando justamente esta problemática, en donde la realidad empírica se considera como un todo, donde se trata de definir lo indefinible, quitándole carácter de infinito a lo definido, pues al definirlo hacemos lo infinito, finito; perdiéndose criterio cognoscitivo de la realidad objetiva, limitándola y haciéndola particular, eliminando el criterio universal (Jaspers).

Posteriormente Henri Bergson definiría su teoría del esquema motor, en la que define que el cerebro se limita a traducir en momentos una pequeña parte de lo que pasa en la conciencia. Postula Bergson, que quien pudiese observar lo que sucede en el cerebro sabrá algo, aunque muy poco, de lo que pasa en la mente, debido a que existen contenidos que se escapan o no son aprehendidos por el observador, no por ineptitud, sino más bien se da como aquel espectador que observa una pieza teatral en un idioma ajeno, desconocido, para el propio espectador; siguiendo el ejemplo propuesto por el maestro.
Conociendo perfectamente el cerebro y la psicológica es posible adivinar lo que sucede en el cerebro con un estado anímico determinado; pero es imposible lo inverso, porque habría que buscar un mismo estado de cerebro para diversos estados anímicos que podrían ser igualmente apropiados. Siguiendo esta línea, es de sospechar que el cerebro ofrece los marcos de los cuadros mentales, muy diferentes aunque parezcan similares entre sí. Por ejemplo, en la percepción, por el cerebro sólo se explican las acciones iniciadas y realizadas mas no las percepciones mismas. En el caso de voluntad, el cuerpo ejecuta movimientos gracias a que el sistema nervioso lo permite que no esperan sino una señal para activarse y realizar el movimiento, pero ni los órganos del movimiento ni los movimientos empleados o elegidos son la elección misma. Podemos ir infiriendo entonces que la actividad cerebral es a la actividad mental como los movimientos de la batuta del director de orquesta son a la sinfonía. Es de entender, que la vida psíquica va más allá de lo puramente cerebral. Pero el cerebro cumple una función de interés para el facultativo ya que extrae del alma todo lo que pueda ser realizable a través del movimiento y se inserta en la realidad concreta, por lo que hace que la conciencia, los sentimientos y los pensamientos permanezcan tensos sobre lo real, y por lo tanto llenos de contenido eficaz hacen que este órgano singular se gane la denominación del “órgano de la atención a la vida”. Para Bergson, un toxico (por ejemplo) no altera el alma sino la inserción en las cosas.
El profesor Delgado en base de la teoría de Bergson, hace ciertas descripciones en función a la memoria y los trastornos de la palabra, como poniendo en funcionamiento la teoría. En los pacientes afásicos, existen recuerdos que tienen el equivalente material en las neuronas. Si se eliminan estas neuronas, por lo tanto se eliminan los recuerdos. Pero, por otro lado, los pacientes con afasia aquellos recuerdos verbales que parecían estar desaparecidos, surgen de forma brusca siendo las emociones su principal gatillo, lo cual no acontecería cuando nosotros aceptamos el hecho de que: “área cerebral destruida, recuerdo eliminado”. Todo lo contrario. Un paciente afásico, en su intento desesperado por encontrar la palabra, da muchas vueltas sobre su búsqueda, haciendo que en muchas oportunidades el recuerdo aflore mediante el uso de múltiples palabras, haciendo entrar en una de ellas la palabra misma que se buscaba. Por lo que, aquí lo que se compromete no es un mecanismo cerebral, si no la facultad de hacer consciente un recuerdo esbozando de antemano todos aquellos movimientos que si fuese consciente el recuerdo, estos movimientos se prolongarían en acto, tal y como lo redacta el maestro.
Luego, en su ejemplo de las afasias progresivas, el maestro pone en manifiesto un esquema interesante: las lesiones cerebrales en este caso son progresivas, y a medida que se va agravando toma áreas de la expresión del lenguaje más básicas, como los verbos. En cuestión a complejidad, a medida que se avanza del verbo al nombre propio, se aleja más y más de la acción imitable, y se hace búsqueda de artificios más complejos para simbolizar en movimiento la idea expresada por la palabra que se busca. Por lo tanto, es justificado entonces de que la actividad cerebral es como un extracto imitativo de la actividad psíquica, según afirma el profesor Delgado.
Ahora bien, siguiendo esta secuencia, Bergson ante el cuestionamiento del almacenamiento de los recuerdos, el plantea una respuesta que va a acorde de que el recuerdo no es algo material o palpable sino que en el proceso de cumplir su función de insertar nuestra actividad psíquica en la situación real vivencial, saca de lo extraconciente mental lo que conviene a la adaptación del momento.
En Bergson encuentra Delgado que la teoría propuesta de la evolución motora tiene un valor potente y justificable en la comprensión de sintomatología neuropatológica, como es el caso de las afasias. Sin embargo, la teoría sería más copiosa en su aplicación si es que además de considerar los elementos motores se complementara los elementos de la dinámica del individuo así como también la fuerza autoplástica y reguladora del organismo, todo ello encajando con lo que el maestro denomina “evolución creadora”.
Aquí es donde Bergson introduce el termino “élan vital”, o el impulso vital, justificando el hecho de que cada organismo se prende de la materia y tiende a introducir su influencia en ella. El impulso vital es lo que le da a la vida una característica psicológica, que además de animación, genera una pluralidad de relaciones, una gran cantidad de tendencias que son exteriorizadas y diseminadas a través de que este impulso vital se coloque en contacto con la materia.
Finalmente, para Bergson, cerebro y conciencia se corresponden porque ambos sirven a la elección de que dispone el ser viviente, siendo la actividad del organismo dirigida hacia el camino de la vida del espíritu. En resumen, podemos concluir que la vida anímica según Bergson depende de manera esencial y primaria del cuerpo y principalmente del cerebro, cuya compleja estructura favorece o dificulta el ajuste del espíritu a la realidad, como afirma Don Honorio Delgado.
Posterior a la teoría de Bergson, Delgado expone la teoría de Klages. En Ludwig Klages hallamos que no existe un vinculo causal entre el alma y el cuerpo, debido a que existe una suerte de unión simbólica, que es comparable con el pensamiento con la palabra y la misma con la escritura. Pero cabe recordar que tanto lo hablado como lo escrito es la “vestidura del sentido espiritual de lo comunicable” (Delgado). El profesor Delgado señala que en esta teoría es donde se halla contradicciones parecidas a las halladas en las teorías clásicas.
En Walter Strich encontramos otra propuesta diferente. El ubica a lo físico y lo mental en dos coordenadas: el eje de las abscisas que corresponde a lo físico, y el eje de las ordenadas representa a lo psíquico. Ello hace que se ubiquen ambos elementos como formas diametrales del mundo, respetando su autonomía. Más allá del plano propuesto, lo importante de comprender es que la forma trascendental es el tiempo y no el espacio, es el yo y no la substancia, la determinación interior de aquellos vínculos con sentido y no que los fenómenos ocurran externamente de acuerdo a una causa y un efecto.
Una de las ultimas teorías expuestas por Delgado es la holista. El holismo es una concepción totalista y finalista de todo el acontecer biológico. Desde el punto de vista de esta teoría, el hombre es un sistema totalitario, cuyas funciones y propiedades se determinan a partir de la disposición y la experiencia, según señala el maestro. Lo que se presenta como un fenómeno aislado se configura como una “configuración objetiva con colorido subjetivo”. Lo psíquico y lo somático, uno y otro son reacciones del organismo. Así, la enfermedad es una alteración del organismo entero. Por lo que parar el diagnostico de las enfermedades del paciente es necesario conocer la personalidad del paciente y el tipo de disturbio que puede acaecer en el, empleando no solo la averiguación en medios físicos y sino también en medios psíquicos. La teoría de Goldstein, es decir la holista, va mas allá de limitarse solamente a la experiencia sino que también busca los distintos modos de expresión del ser.

Es evidente que ante todas estas propuestas nos queda algo por decir, que finalmente y a manera de conclusión, el lector puede llevarse y es que lo importante es determinar como es que se establece el vinculo entre las diversas formas del ser (biológica, psicológica y espiritual), que en primera instancia están unidas en el individuo, coexistiendo y constituyéndolo. Mucho se ha hablado de la existencia del sujeto como cuerpo y mente, pero quizás es importante mencionar el aspecto espiritual. Para Delgado, el ser espiritual es comprensible por la palabra y por la posibilidad de afirmarse y realizarse a si mismo en la conducta frente a la naturaleza, frente al mundo histórico de la cultura y frente a las demás personas. Enfoque que nos permite comprender que el significado de espíritu cae más por la capacidad de la persona de poder responder a lo externo (en este caso, Delgado lo menciona como “naturaleza”), de poder determinarse y poder trascender, no dependiendo de nada más que de su conciencia misma. Además, eso hace ver al lector que siendo el espíritu la capacidad de la persona de distanciamiento y trascendencia, de opción y elección, es sin lugar a dudas el espíritu un núcleo que refuerza lo positivo, lo sano, lo característico del sujeto, que permite que resilente pueda anteponerse ante ciertas adversidades.
Concluyendo con Hartmann, Delgado hace hincapié a que dentro del vinculo mente – cuerpo existe un problema metafísico que aun permanece incognoscible mas no debiera ser ignorable. Es de mayor importancia en el campo de la medicina para comprender aspectos biológicos y psicológicos del hombre que resultaría catastrófico soslayar dicha problemática, pues caer en una especie de monismo involucraría que una de las partes quede por encima de la otra, alterando la armonía natural causal de la presentación del fenómeno en si. Si el medico no es consciente, siguiendo las palabras del maestro, de la complejidad del hombre en cuanto a su coexistencia como objeto y sujeto, el entendimiento de los hechos tanto clínicos como biográficos de los pacientes están más en riesgo de caer en lo ficticio que en lo real, por haber evitado algo tan verdadero como es dicha problemática.