“La realidad del hombre es compleja, pues en ella se dan formas distintas del ser, cada una irreducible cualitativamente”
El problema de la relación entre el cuerpo y el alma ha aquejado durante muchos siglos de pensamiento y ciencia a varios filósofos. Desde Platón, pasando por Aristóteles, siguiéndole San Agustín de Hipona y otros filósofos han tratado de responder y comprender la infinita verdad y la suma realidad que guarda detrás la relación entre el cuerpo y el alma.
Dicha relación es pues una tarea de suma importancia para un psicopatólogo, debido a que todos los desordenes más serios de la mente involucran un componente somático y mucho de lo anímico también puede repercutir en lo corporal. Hasta cierto punto se podría hablar en términos de la psicopatología en una relación bilateral entre el cuerpo y el alma. En la experiencia, la psicopatología desenvuelve esta relación, declarando el maestro, hasta cierto punto poniéndonos en frente a los hechos de la psique y fisis humana.
Si hablamos entonces, de ciencia como una serie de estudios que vinculan a los fenómenos y sus posibles relaciones, por lo tanto a considerar la psicopatología como parte de la primera dado que el simple hecho de tratar de comprender los fenómenos anímicos y su vinculo con los fenómenos corporales, y viceversa, implica el estudios de todos los causales posibles que permiten comprender cierta patología mental. Pero, todas estas relaciones no involucran tan solo dos términos a fácil comprensión por si solos, sino que además involucra toda una totalidad de interacciones que en palabras resulta difícil y la descripción engorrosa. Resulta pues, difícil de comprender la conexión de todos los fenómenos psicopatológicos, y lo que queda es menester, tal como lo menciona el maestro Delgado, distinguirlo a la luz de las categorías o aspectos del ser –ente complejo como tal- y los modos de conexión de estos planos con diversos fenómenos.
Por lo tanto, ello implica que la descripción del ser debe de hacerse de tal forma que este se describa por categorías que formen parte de su integralidad. Ante todo, reconocer que el hombre posee materialidad. No hay continuidad en el proceso humano, es decir, el hombre puede dejar en cualquier momento de existir. La constitución de la materia humana esta gobernada por todas las leyes de la física y la fisiología, de la bioquímica y la biología molecular, de la genética y la Heredabilidad, y, de la morfología y la función sistémica que corresponden a una realidad patente. Estos elementos, además, son cuantitativos y están sujetos a la investigación, tal como lo sugiere el maestro Delgado.
Ahora bien, una vez explicada la materialidad del hombre, es necesario pues diseñar un esquema donde permitan comprender la esfera biológica, psicológica y espiritual del ser humano:
Todos estos tres componentes son heterogéneos pero a la vez complementarios que forman una integralidad en el ser humano que lo caracteriza. Hay cierta analogía, por cierto, con las teorías del alma (vegetativa, animal, racional) de Aristóteles con la explicación de los componentes que forman al ente complejo humano.
Ahora bien, lo que advierte el maestro Delgado de cierta medida es evitar la separación o las terminologías erróneas que pueden conducir a una mala comprensión de la persona como tal (en el caso, por ejemplo, de aquellos adeptos a la medicina psicosomática). Hay quienes caracterizan al ser humano como un conjunto de partículas o estructuras bioquímicas que bien estructuradas conforman ciertas características humanas particulares, atribuyendo a lo psicológico como un plano muy teleológico hasta ciertas veces muy virtual. Entre otros conceptos, se atribuye la psique humana como una interacción compleja entre ciertas estructuras que han permanecido durante la evolución humana y cuya perfección que se ve reflejada en el sistema nervioso permite que esta lleve a cabo los comportamientos y la psicología humana. En este caso, en esta visión que reduce al hombre a una disgregación de planos con notoria primordialidad del primer plano con respecto al segundo plano, no se puede comprender a la persona humana como tal (integra y completa, perfectible e interactuante) sino como algo divorciado de la naturaleza que lo caracteriza.
Tal es así que la evidencia que los procesos y componentes humanos están interrelacionados es cuando uno aplica hipnosis o procesos hipnóticos (siguiendo el ejemplo del maestro), basta que tan solo el hipnotizador regule en el momento los procesos anímicos y corporales, que al momento que señale cierto lugar con un espadrapo y diga que aparecerán ampollas, en ese momento al levantar el mismo el cuerpo habrá reaccionado por obra de lo anterior. ¿Por qué? Debido a que las estructuras humanas no se encuentran atomizadas o disgregadas sino más bien integralizadas, lo que permiten que la respuesta psicológica genere un estimulo biológico. Por lo cual no podemos generar una especie de divorcio entre planos del hombre, sino por lo contrario asociarlo.
Ahora bien, el maestro hace énfasis en un término sumamente interesante: physis. Antes el médico era considerado un físico, bajo los criterios clásicos del estudio de la física como los estudios de la naturaleza tanto material como cinética. El modo de pensar de muchos “físicos” de antaño –buscando una relación anímico-corporal- es sin lugar a dudas tarea de muchos psicopatólogos actuales. Por lo tanto, el termino physis refiere a naturaleza, a la “virtud genuina del ser orgánico” que por un lado es general para los hombres, pero individual en características y en trascendencia. Por lo tanto existe cierta unidad en cuanto a los procesos fisiológicos que caracteriza ciertas predisposiciones y ciertos cuadros mórbidos específicos para cada persona en particular, pero señalando las palabras de Kraepelin, a grandes rasgos las personas comparten las mismas características para ciertas enfermedades pero la personalidad y la fisiología en estas hace que las enfermedades no sean las mismas para todos.
Por último, es importante señalar que se ha visto que el ser humano es tan complejo y que las intenciones trascendentales para simplificarlo han sido numerosas. Ha habido por lo tanto mucho espíritu para la búsqueda de simplificaciones de conceptos. A veces muchos fenómenos obtenidos de la observación, como dice el mismo maestro, “pueden ser comprendidos de veras”. Dado que el ser humano es integro, este comprende una serie de enlaces sumamente variables e interconectados que hace que la comprensión del mismo sea compleja y no sencilla como podría parecer. Por ello, es importante y como señala Honorio Delgado, la inteligencia debe de ser capaz de poderla descomponer y aproximarse a la realidad de tal manera que aquella persona que esté investigando pueda aproximarse con imparcialidad, con los errores del caso, a poder comprender los fenómenos de la integralidad humana y su vinculo con ciertas esferas mórbidas de lo externo. Por lo tanto la tarea, como conclusión, del psicopatólogo es poder siempre estar alerta a los fenómenos entrelazados del hombre como integralidad y no quedarse con el termino binario de alma y cuerpo ya que en estos términos, el cuerpo contiene a toda la materia vital y la vida, y el alma o lo mental (como lo llama el maestro) contiene a la actividad anímica y la espiritual.