Es importante, primero comprender la
definición de la Psicopatología según el maestro Delgado antes de hacer una
aproximación a la tarea del psicopatólogo frente al escenario clínico.
El maestro Delgado entiende a la psicopatología
como un conjunto ordenado y sistematizado de conocimientos relacionado con las
anormalidades de toda la vida mental, en todos sus aspectos, en todas sus
causas y en todas sus consecuencias como también en los métodos empleados para
el propósito de la psicopatología.
Ahora bien, el psicopatólogo es aquella
persona que mediante el ejercicio clínico, ya sea de manera intencionada o inconsciente
(por la pericia o la automaticidad del método), aplica la definición día a día
de dicha ciencia para la examinación y comprensión de la complejidad de la vida
anímica. Generalmente, esta definición conlleva a ciertas labores que el psicopatólogo
realiza de tal manera que puede retroalimentar la información acerca de la
persona y de su situación actual. Esta tarea, muchas veces cuestionada por espíritus
cientificistas que obnubilan la visión integrada del hombre y la reducen al
campo de los fenómenos externos (es decir a la externalización), se da en
muchas situaciones de manera subjetiva e intuitiva. Esto debido a que, no se
trata solo de un componente orgánico, sino también de un componente anímico, el
cual tanto el paciente (en su contexto) como el médico son conscientes y
capaces de darse cuenta de ello.
Entonces, es así como la información y los
datos se obtienen por la persona. Evidente pues, que cuanto mayor sea la
pericia para poder penetrar en la mente del sujeto y cuanto mejor sea la
comunicación entre ambos, se podrá realizar una buena exploración
psicopatológica. Ello es muchas veces difícil, hasta imposible, dado que a
veces el sujeto no es consciente de su dolencia o de la enfermedad, u ocurre
que el sujeto no puede poner de manera clara y precisa ciertos datos de la
enfermedad ya sea por la misma anormalidad de la mente que lo aqueja, o por el
hecho de que se sitúa como un objeto de búsqueda más que un paciente que busca
la escucha activa del facultativo.
Es en estos casos donde se puede ignorar el
síntoma o la exploración, o también se puede abrir el paso a un método que el
maestro denomina Aprehensión Instintiva. La Aprehensión Instintiva consta de un
acto médico por el cual el psicopatólogo estimula la vida anímica en las
expresiones de la persona a examinar o en ultima instancia experimenta una
especie de reflejo de lo que la otra persona se encuentra viviendo en carne
propia.
Es cierto pues, no se puede negar el hecho de
que exista cierta incertidumbre en este método, pero muchas veces es incluso
definitorio y certero. El hecho de la incertidumbre, como afirmaría Don
Honorio, es probablemente debido a la diversidad de opiniones acerca de “el
valor y de la índole de tal clase de intuición”.
Es preciso señalar que para Don Honorio
existen diferentes tipos de psicopatologos o facultativos que participan de
manera distinta a la del modelo expuesto. Esto podemos clasificarlo de la
siguiente manera:
1.
Hay
facultativos los cuales es efectiva la participación “inmediata” en el yo
ajeno.
2.
Hay ciertos
facultativos que partiendo de ciertos datos alcanzables dibujan esquemas
imaginarios de lo que ocurre en la vida anímica del sujeto.
3.
Hay otros
facultativos, que a diferencia de los primeros dos, consideran las
posibilidades y organizan su examinación de forma racional, estableciendo
analogías con lo antes aprendido.
4.
Finalmente
existen facultativos que, según el maestro, son incapaces de lograr ninguna
penetración en la vida anímica del sujeto.
Se podría considerar, como lo diría el
maestro Delgado, que en el ejercicio de la practica tan larga de calar en el
mundo de la otra persona con conflictos y anormalidades, es que uno va
entrenándose en la materia psicopatológica.
Es relevante aclarar que el psicopatólogo no
se basa en tan solo la intuición para realizar tan dicha tarea. Dispone de
ciertos medios, que aparte de la intuición, son de suma importancia para la
labor de dicho facultativo.
Ciertos investigadores, como aclara el
maestro, son capaces de poder organizar su búsqueda de manera que se puedan
obtener datos sobre la experiencia y la vivencia de las anormalidades del
sujeto, de que naturaleza son, a que categoría pertenecen, que funciones están
alterando, que relaciones tiene el contenido y la estructura anormal con el
contenido y la estructura normal del resto de la mentalidad y la integridad del
sujeto. Muchas veces, esto es difícil, ya que como antes señalado los pacientes
viven la anormalidad como si fuese algo completamente normal sin percatarse o
entender realmente el fenómeno. En cambio, el psicopatólogo impedido por el
hecho de no poder experimentar a ciencia cierta lo que ocurre en el paciente,
es capaz de pensar acerca del fenómeno, de considerarlo metódicamente y muchas
veces ahondando en el problema del paciente; embarcándose probablemente en
incertidumbre, que para el investigador (según el maestro) no será el “menor
incentivo” de su dedicación al ahondamiento de los problemas de la existencia
humana, haciendo énfasis sobre todo mas que en la regularidad de sus
manifestaciones, en los desordenes de la misma.
Lo ideal en la psicopatología es hallar a una
persona con determinada anormalidad que manifiesta, según el profesor Delgado,
un espíritu rico y una personalidad diferenciada, inteligencia, sensibilidad y
culto, que sea capaz de poder comunicar la diversidad de los matices en la vida
anímica propia. Aunque genial para el psicopatólogo el hecho de hallar este
tipo de pacientes, es sin duda alguna difícil encontrar pacientes con dichas
características en una consulta común.
Ahora bien, surge la pregunta: ¿Cuál es el
orden entonces del estudio psicopatológico? La respuesta depende de cada persona
(facultativo) y del sujeto, en el cual se aplica la psicopatología. En lo
cotidiano, cada quien tiene su manera de “escrutar al prójimo” y llegar a
determinadas conclusiones de lo que es para interés del facultativo. Hay que
tener en cuenta los métodos especiales en este derrotero, sin que esto
signifique aplicarlos de forma sistemática sino más bien aplicarlos cuando sean
convenientes y de acuerdo a las circunstancias.
Los datos y toda la información brindada,
finalmente, se organizan, se sistematizan y se analizan de tal forma que se
comprende mejor a la anormalidad visualizándola por etapas sin desmenuzarla del
conjunto de la mente. Aunque, existen ciertos analistas (p.ej, Amiel, a quien
el maestro cita) que consideran que es mejor considerar al sujeto desde un
inicio como un conjunto, para luego separarlo por sus “partes”.
Finalmente aclarar que en la psicopatología
la verdad absoluta es un ideal, donde lo más real se aproxima a un panorama de
posibilidades abiertas e ilimitadas, y que la misma psicopatología no debe
mostrar rigidez en su método, ni ser mucho menos un sistema esquemático con
validez absoluta, como cierra el argumento el maestro.