En todo hombre sin alteraciones, la voluntad
es una actividad que se puede distinguir de forma diáfana, ya que, es un acto
que se impone a la propia conciencia de forma diferente a otras clases de fenómenos.
En aquel individuo con alteraciones existe una suerte de disrupción tal, que
muchas veces las alteraciones producidas en el foco de la voluntad no son
aisladas del todo, sino que además se presentan ante el facultativo de forma
entrelazada con otras alteraciones lo cual ofrece al examen una suerte de
dificultad, como señala bien el maestro Delgado. Muchas veces las alteraciones
volitivas vienen acompañadas, como antes señalado, de alteraciones de la
conciencia, alteraciones de la inteligencia, de la personalidad, entre otras.
Se consideran aquí, en el análisis, solo aquellas alteraciones que el profesor
Delgado consideró como “más susceptibles de ser aisladas, sin seguir una
división sistemática”.
La primera a considerar, la abulia (o la “no
voluntad”). La abulia es la incapacidad total para realizar el acto voluntario,
ya sea por falta de fuerza en las “tendencias determinantes” que no permiten, o
no determinan (valga la redundancia), que el sujeto termine el acto, o ya sea
porque haya una impotencia para cumplir la decisión tomada. Se puede presentar
como una “insuficiencia fugaz” o como “estado durable”. Por lo general, ocurren
en individuos normales con condiciones de fatiga, o en sujetos conmovidos por
ciertas situaciones que involucran algún componente moral. En muy raros casos,
como señala el profesor Delgado, se presentan en fases iniciales de la
depresión, en ciertas neurosis o intoxicación crónica. Se puede producir en esquizofrenia,
que adosada a otros síntomas volitivos, del pensamiento y del sentimiento, el
paciente pierde entre otras cosas la dirección de su querer, y se esfuma la
meta prefijada.
Cuando la voluntad no se altera de forma que
haya una incapacidad, sino más bien una debilidad o una dificultad para
realizar actos volitivos mayores, entonces hablamos de hipobulia. Lo
fundamental de la hipobulia es que predomina el acto automático frente a una
libre determinación, la predominancia de las tendencias vitales o las
necesidades sobre las aspiraciones o los incentivos ideales.
En ciertas personalidades predispuestas,
existe una complicación consentida de la hipobulia asociada a un automatismo
voluntario. En ciertos sujetos histéricos, se produce cierta intencionalidad,
autosugestiva, de un estado crepuscular de la conciencia, de una crisis
psicomotriz u otra reacción somática, debido a una inclinación especial. A
esto, Ernst Kretschmer le llamó “acoplamiento hipobúlico”. En este caso, el
sujeto aprovecha para que en estos procesos descargue todas tendencias o
propensiones. En este caso, señala Kretschmer: “el histérico puede ser presa de
temblores, de vómitos, de palidez, de cianosis, todo con una facilidad y una
rapidez que no concibe un hombre de empuje volitivo superior o diferenciado”.
Señala además: “Cuanto más se acentúa este automatismo y se sustrae la
conciencia autocritica de la propia participación activa en el proceso en
cuestión, tanto más se exagera en el modo histérico, se facilita la producción
de disociaciones hipobulicas secundarias, etc., en aquello que al comienzo fue
una simple estimulación”.
En el caso de los impulsos irresistibles, los
actos o tendencias ajenas salen victoriosas frente a un yo libre, seducido por
disrupciones volitivas y que finalmente generan una suerte de actos que se les
denomina “impulsos irresistibles”, y que están divididos en: impulsos
insensatos e impulsos sistemáticos.
1.
En los
impulsos irresistibles insensatos, el sujeto se entrega de forma pasiva, de
forma automática, no sabe lo que hace, ignora el objetivo. A excepción de la
esquizofrenia, en que suele presentarse en sujetos con plena lucidez, las otras
formas de presentación, el sujeto cumple con la definición fundamental de
automatismo.
2.
En los
impulsos irresistibles sistemáticos o manías, son actos previamente inmotivados
pero que a diferencia de los primeros, estos involucran una excitación de la
conciencia, que se presenta como un impulso o como un deseo de desahogar un
malestar interno. En el caso de que sea un acto impulsivo, predomina aquí la
intención objetiva. En el caso del segundo predomina más un estado subjetivo.
En ambos, está la huella de la personalidad inscrita. Las manías más
importantes, y que poseen este carácter son:
Manías
de mayor relevancia
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Descripción
Psicopatológica
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Toxicomanía
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En este caso, la alteración volitiva se
pone en manifiesto en el sujeto frente al narcótico o estupefaciente
propuesto. Esta dependencia suele agravarse debido al penoso estado de
carencia sembrado principalmente por la adaptación orgánica, y que se
manifiesta cuando no se renueva el consumo de dicha sustancia. Dentro de esta
descripción, merece una mención especial, la dipsomanía. Esta consiste en una
inclinación negativa hacia el consumo de bebidas alcohólicas de forma tal que
el sujeto abusa de estas. El dipsómano
bebe debido a un estado de animo penoso, que termina con la intoxicación.
Luego de este evento, el sujeto debuta con una subsecuente amnesia, ya sea
completa o incompleta.
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Cleptomanía
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Es la inclinación negativa por determinados
sujetos de apropiarse de objetos ajenos, sin dar importancia a lo que el
sujeto sustrae. Esta alteración puede estar desencadenada ya sea por un
factor orgánico, un factor mental o incluso una estructura de la
personalidad.
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Dromomanía
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Es la tendencia a cambiar de lugar, de
forma tal que el sujeto logra calmar un estado de animo que genera una
tensión creciente. Esta puede ser sintomática o genuina (que depende de una
personalidad anormal). Es literalmente una fuga cuando constituye reacción
aguda frente a una situación realmente penosa o peligrosa, como sucede en un
campo de batalla, tal y como lo señala el maestro.
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Piromanía
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Es un impulso violento a producir
incendios, y se presenta en aquellos sujetos con personalidades activas y
agresivas (psicópatas impulsivos, hipertimicos y explosivos), que se
encuentran propensos a la aniquilación y a toda suerte de desenfrenos. Frecuentemente,
como antecedentes, un pirómano por lo general ha tenido tentativas homicidas,
intentos de suicidio, trato brutal a animales y a personas. Por lo general la
piromanía es muy rara, pero es importante comprender que no todo incendiario
es pirómano, ya sea enfermo mental o no. El pirómano a diferencia del
incendiario, experimenta una creciente desazón que resuelve solo cuando
prende o induce el incendio.
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Impulso homicida
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Es diferente a todo tipo de asesinato o
tendencia al asesinato por no tener motivo alguno, ni real ni imaginario o
motivos operados por interacciones psíquicas anormales. Sin motivo alguno, en
la actitud del homicida por impulso interviene cierto sentimiento ciego de
opresión o molestia frente a los demás, que lo representa como un peso que no
soporta. Hay una violencia de carácter y hostilidad frente al mundo, además de haber un deseo de aniquilación al
ser humano mismo. En el caso de que el homicida presente cierto grado de
cobardía, el intento se presentará de forma indirecta, por lo que el sujeto
preferirá envenenar victimas. Y aun, si viene acompañado de una perversión
sexual, la preferencia por la lucha con una persona de sexo femenino
encenderá las energías inconscientes del sujeto, produciendo un goce.
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Existen una larga variedad de manifestaciones
y modalidades que en la actualidad se encuentran vinculadas al análisis
psicopatológico. Por lo demás, es útil comprender que las manifestaciones
descritas anteriormente, son las más ejemplares y las mayormente vistas, aunque
ninguna de estas manifestaciones debe de ser considerada como un fenómeno
aislado sino como un ímpetu desordenado dentro de la dinámica de las
tendencias. Puede en un mismo sujeto coexistir tendencias, o pueden también
alternarse dichas tendencias. Por lo tanto se observan ciertas inclinaciones
que caen dentro de un determinado grupo, aunque se verifiquen que estas
inclinaciones tengan manifestaciones similares.
En el caso del estupor, se describe como un
estado que a la ectoscopia, el sujeto carece de movimientos. Esta carencia cinética,
que apenas se logra quebrar con estímulos fuertes y dolorosos, entrega la apariencia
al paciente de un cadáver en vida o de una persona sin señales de vida mental.
Es casi excepcional que esta inmovilidad sea interrumpida por palabras o
gritos.
En el estupor letárgico, donde hay un
verdadero apagamiento de la actividad psíquica, como ocurre en el caso de la Parálisis
General y en ciertos tumores cerebrales, lo externo refleja lo subjetivo, cosa
que en todos los estupores no siempre se cumple.
En el caso del estupor melancólico, la vida
mental experimenta inhibición, y la acción y su impedimento al acto se ven
diferenciadas en grados de la depresión. En el caso del estupor maniaco, el
hecho de la quietud y el mutismo en un paciente maniforme, se acompaña de fuga
de ideas internas, psíquicas, sin verborrea. En el estupor histérico, de inicio
brusco, puede ser interrumpido de tiempo en tiempo, y de vez en cuando el
sujeto va cambiando de postura y permanece con los ojos cerrados.
El estupor por excelencia, es el estupor
catatónico. Este se inicia y se termina bruscamente con o sin episodio de
agitación. Presenta dos formas: una fláccida, en la que los movimientos pasivos
no encuentran resistencia, y una tónica (no siempre generalizada), en la que
existe un aumento del tono muscular al provocar cierto movimiento. En lo que
respecta al estado psíquico, lo importante a considerar en estos pacientes es
la perturbación que sufre el ejercicio de la voluntad.
En el caso de la iteración anormal, esta se
define como la repetición inmotivada, ya sea rítmica o episódica, de ciertos
actos psicomotores o mentales, que puede observarse en un sujeto enfermo o en
un individuo anormal. Don Honorio Delgado, utiliza el termino iteración para
referirse a toda repetición con los caracteres indicados. Son movimientos y
expresiones que repiten sin variación los pacientes con las más diversas
lesiones cerebrales, inclusive la palilalia y la logoclonia. La palilalia es la
repetición múltiple de la misma palabra o frase, mientras que la logoclonia es
la reiteración de la ultima silaba de la palabra.
En el caso de la monotipia, esta comprende
todos aquellos movimientos simples que repiten los oligofrénicos, como
manifestación de ciertas tendencias primitivas, sin sentido alguna.
Las formas más importantes de iteración son
la perseveración y la estereotipia:
·
La
perseveración es la persistencia de un dinamismo psíquico de efecto motor,
verbal o puramente anímico. En estos casos el sujeto reemplaza un acto que
teóricamente debió dejar de existir por una intención presente, dejando a dicha
intención inutilizable, o si está presente, es “ignorada”. En estos casos la
voluntad “impotente”, intenta reestructurar el contenido de su ejercicio, pero
se ve impedida por estas representaciones reiterativas. Aquí se excluye, según
el maestro, cualquier forma puramente somática de perseveración, como es el
caso de las mioclonias. Es menester señalar aquí a la catalepsia o flexibitas cerea. En este caso, el
cuerpo permanece en una postura en la cual el sujeto asumió o se le dio por
mucho tiempo, sin poder salir de esta. La pseudoflexibitas
cerea es propia del síndrome catatónico, y revela la presencia de factores
físicos, mientras que la flexibitas cerea
revela un carácter organógeno.
·
La
estereotipia, característico de la catatonia, es aquella especie de iteración cuyo
contenido no tiene relación con el momento actual en el que el sujeto se
encuentra y el acto en si es extraño o ajeno a la libre decisión del acto e
incluso a los sentimientos del momento. No se trata de un acto voluntario o de
un impulso, se aproxima a lo habitual, sin tener una adecuación. Según Delgado,
se tratan de residuos, abreviaturas o deformaciones de actividades olvidadas,
dado que se presentan en acciones previas. Leonhard hace una definición de
estereotipia monótona, en la cual describe casos de deterioro mental en los
cuales la estereotipia empobrece de sustancia psíquica hasta dejar de ser una
estereotipia propiamente dicha. Por lo general, la estereotipia es de
movimiento, de posición, de lugar, etc. Pero la estereotipia verbal se llama
verbigeración.
En lo normal es frecuente que exista cierto
grado de resistencia, discrepancia, discordancia, antagonismo, reacción
adversa, oposición y contradicción. Todo esto se manifiesta de forma profusa en
lo que muchos psicopatologos describen como negativismo. El negativismo es una
alteración volitiva, la cual existe una resistencia no intencional ni motivada
en contra del influjo ajeno y los propios impulsos, que se plasma en actos o en
pensamientos. Se diferencia del capricho o de otros actos, debido a que en el
negativismo la tendencia a la oposición es primaria, no existen motivos o
condiciones en el sujeto que permitan dicha oposición.
Existen dos tipos de negativismo: la que
consta de abstenerse y la que expresa la acción contraria. Para Kraepelin, la
acción de abstenerse se denomina Negativismo Pasivo, y la que se expresa como
la realización del acto contrario Negativismo Activo. Para Bleuer, la división
parte de mecanismos internos (negativismo interno) y mecanismos ejercidos por
otros (negativismo externo). En el caso del negativismo interno, tiene un
componente intelectual (una imagen o un pensamiento sugiere una negación o el
contrario), y un componente volitivo (el paciente no hace lo que quiere o hace
lo contrario). Finalmente, el negativismo puede ser general si es que no hay
distinción en los sujetos o objetos que lo provocan o selectivo, si es que
existe manifestación del síntoma a partir de ciertas personas o objetos
individualmente. El mutismo es una de las modalidades más conocidas de
negativismo pasivo en esquizofrenia.
Un fenómeno muy relacionado con el
negativismo es la reacción de ultimo momento. Al comienzo el sujeto se halla
reacio a los estímulos, a las indicaciones y ordenes. Posteriormente, el sujeto
desiste de contenerse, y realiza aquello que se le pidió anteriormente
realizar.
En el caso de la obediencia automática, el
sujeto realiza las acciones de manera pasiva e inmediata, no hay voluntad
autónoma ni elaboración, como si lo extranjero a la psique del individuo
encontrase camino para la acción, y como si no haya una organización entre la
persona activa y pasiva. Este síntoma puede llegar a tal extremo que la orden
se puede cumplir incluso en situaciones que pueden poner en peligro la vida del
sujeto.
Al igual que la obediencia automática, las
reacciones en eco son alteraciones volitivas, que tienen algo en particular: el
sujeto depende extremadamente de lo externo, de forma tal que imita la realidad
que lo rodea. En este caso tenemos:
· Ecopraxia: el sujeto realiza las acciones que
ve de otra persona, imitándolo de forma servil, tal y cual lo señala Delgado.
· Ecomimia: el sujeto realiza las mímicas que
ve de otra persona.
· Ecolalia: El paciente reproduce lo que
escucha, así sepa o no lo que significa.
Las reacciones en eco, por lo general,
pertenecen a los síndromes catatónicos, pero también se puede observar en la
psicología del hombre normal, al igual que la obediencia automática.
Muchas veces es difícil, como señala el
maestro, delimitar entre la sugestión patológica y la sugestión normal. La
sugestión patológica es aquella que por sus efectos se separa de forma
apreciable de la desconfianza normal, el escrúpulo basal, la sospecha media
para luego ser la persona influida, teniendo siempre en cuenta las
circunstancias según se desarrolla el fenómeno. Lo importante a considerar es
la predisposición individual, y el grado de sugestionabilidad. Todo ello puede
llevar a que el sujeto pueda desarrollar inclusive perturbaciones
psicosomáticas y cuadros clínicos complejos por influjo exterior inmediato y
por efecto de una elaboración autosugestiva concomitante o subsecuente, tal y
como lo señala el maestro.
Aquí es donde entra a tallar la definición de
psicosis inducida o “folie à deux”, en donde aparece de forma
simultanea un desorden mental, paranoide de dos o más personas que conviven. En
una de ellas es realmente un proceso psicótico, mientras que la otra es
simplemente un proceso sugestivo patológico.
La sugestionabilidad patológica
es típica de la histeria y muy raramente se presenta en esquizofrenia. Recordar
que, la influencia del ambiente tiene importancia, unas veces considerable pero
otras veces es accidental.
Muchas veces el medico por
sugestión, puede insinuar involuntariamente ideas o producir impresiones
contrarias a la salud, por lo que a este tipo de enfermedades se les denomina
enfermedades iatrogénicas.
En el caso de sentimiento de falta
de voluntad, existe una convicción engañosa de que el sujeto ha perdido el
poder de la voluntad. En realidad el sujeto es capaz de ejercer su voluntad
pero está convencido de que no es así. Es muy raro la presencia de este
síntoma, pero por lo general se evidencia en sujetos con personalidad asténica,
en pacientes con depresión psicógena y en pacientes melancólicos.
En el caso de los actos
aparentemente influidos, impuestos o hechos,
tienen un origen en común y corresponden, según el maestro, a grados de
separación o desconocimiento de la voluntad, que es característico de la
esquizofrenia, que también se engloba esferas del pensamiento y de la
conciencia del yo.
Finalmente, Delgado describe a
los actos compulsivos, como parte de la psicopatología de la voluntad dado que
la falla en estos mismos está en la motivación y en la resolución del acto. En
las compulsiones hay una especie de lucha de determinado contenido de la
conciencia: en lugar de armonizar y sintetizar, ciertos actos o pensamientos
quedan en suspenso, en colisión, movilizando al espíritu de forma anormal, y
todo ello sin algún motivo real o racional que le imponga cierta existencia, y
cierta regulación. Todo esto es experimentado como una fuerza interior desatada
y maligna.
Con relación a la estructura del
fenómeno inmediato, se diferencia el psiquismo perturbador del psiquismo
defensivo. En este caso, el psiquismo perturbador corresponde al contenido
primario y a la participación pasiva del yo en el movimiento interior que este
contenido determina. Por lo que, es claro lo que dice el maestro, pues el
obsesivo se vuelve responsable de su obsesión, de cierta manera. Mientas que el
psiquismo defensor esta constituido por la reacción del yo contra el psiquismo
perturbador.
El fondo de la estructura
dinámica propuesta aquí, no es la sexualidad como Freud lo creía. Según el
profesor Delgado, si bien es cierto que lo que Freud afirmaba es un factor
importante, esto es como un contenido patoplástico del psiquismo perturbador.
Lo que es asequible para Don Honorio es lo que afirmó von Gebsattel y Straus,
con relación al mundo del obseso. Este mundo posee una estructura falsa,
mágica, que a su vez contamina al sujeto, suscitando un asco fundamental y
metafísico. En este “mundo” se encuentran potencias amenazantes y destructivas,
generan una suerte de frustración de todo efecto defensivo, de forma tal que
estas eventualidades se tornan cíclicas, generando una sensación de no avance
hacia la paz. Así pues el obsesivo comienza a tomar ciertos procedimientos
técnicos o rituales contra estos símbolos propios de la existencia. Finalmente,
su ser carece de ritmo propio, como señala el maestro, de poder regular los
comienzos y finales de los actos de forma adecuada, con una fluidez precisa, y
articuladas de forma histórica a la situación.