Para Honorio Delgado, el concepto de anormalidad abarca una importancia fundamental en cuestión de la comprensión de la ruptura humana entre el equilibrio de la existencia del ser y su esencia misma.
En principio, se establece que la anormalidad en la psicopatología debe poseer un criterio puramente descriptivo, es decir sin ningún contenido de prejuicios ni sentimientos presentes en el observador. Debe contener, por ello, cierta cordura y cierto enlace con lo que se esta presenciando de manera clara. Se debe evitar por lo tanto emplear lenguaje rimbombante y metafórico, y ceñirse tan solo a la observación pura, descripción y detalle de todas las flaquezas, debilidades, signos y síntomas presentes en un paciente con un una anormalidad.
El maestro señala que el termino “anomalía” se emplea principalmente para denotar o señalar “rupturas congénitas”. Lo anormal es un fenómeno que se excede por encima de los limites de lo psicológico, manifestándose como un quiebre en el humano y por lo tanto evidenciándose la presencia de una enfermedad por medio de los signos y los síntomas de la misma.
Entonces ya no es cuestiones del alma misma, sino del cuerpo biológico que manifiesta una patología la cual se expresa mediante diversas formas, y una de estas formas notorias a expresarse es la del alma.
Ahora bien, sabemos que lo común y lo normal entre la población es siempre tratar de describir las variables de manera demográfica y tomando en cuenta ciertos criterios estadísticos a favor de esta observación. Entre los profesionales de la salud esta bien enraizado basarse en las frecuencias, en las “mayorías” de personas que presentan cierta patología, cierta anomalía, y debido a ello se confunde el criterio psicopatológico con lo que ciertas mayorías observan en común con determinadas patologías. Por lo tanto, para el maestro, las frecuencias para la psicopatología no comprenden un criterio absoluto en el cual un profesional de la salud mental debe confiar.
Actualmente muchos de los criterios diagnósticos se basan específicamente en criterios de mayorías, en frecuencias observadas por los profesionales que no terminan de caracterizar a cabalidad una patología de grueso calibre, como puede ser el caso de determinadas psicosis. Debe haber estudios basados en estadística profunda, en criterios psicopatológicos no psicométricos, elementos bien estructurados los cuales permitan la caracterización de una patología determinada mas no la diferenciación diagnostica. Un estudio donde se observe y se caracterice de manera adecuada a la patología mental, aproximándose al concepto de psicopatología y anormalidad permite la observación de una enfermedad de salud mental de manera diáfana. Sin embargo, una estadística basada en frecuencias, superflua, sin contenido estructurado alguno, es una estadística simple y poco descriptiva, irreal sobre la realidad a observar.
Tambien es menester considerar los elementos paradigmáticos que corresponden a criterios de normalidad, y que son aproximaciones empíricas que requieren aproximaciones cualitativas y prescinden de elementos cuantitativos. Es sin lugar a dudas, lo que el maestro Delgado denominó “lo que debe de ser”. Por lo tanto, la denominación de lo normal para la experiencia no corresponde a la denominación por frecuencias, sino por la esencia en si misma, por la intimidad del ser, por el contenido esencial del hombre.
En un ejemplo de establece el maestro Delgado, señala que, en cuestiones genitales lo normal es considerar que el individuo sea heterosexual, pues como diría Honorio Delgado, “la finalidad de este instinto es la reproducción”, observándose así los conceptos de esencialidad que contiene el pensamiento delgadiano en lo teleológico al ser.
La habilidad de un psicopatólogo descansa sobre el equilibrio entre los conceptos estadístico-matemáticos y los conceptos teleológicos o paradigmáticos. Además de todo ello, la psicopatología se complementa con criterios tanto estadísticos como de estereotipos, puesto que se debe considerar al individuo mismo y sus interacciones con el medio que lo rodea, en cuestiones psíquicas. La psicología y la psicopatología no son propiamente disciplinas naturales ni teleológicas, sino combinan de ambas para comprender cada una el objeto, en el cual están fundadas.
Finalmente, en este segmento, Honorio Delgado termina hablando de la Patografía. En este caso, la patografía es una consideración de las patologías mentales en el examen clínico y la vida del paciente, siendo interpretativo en el modo clínico. La patología y la exploración clínica deben prescindir de toda característica biográfica, y centrarse en la tara que el paciente ha llevado desde un inicio, ver los síntomas principales actuales y plantear una observación adecuada en conjunto con el diagnostico. Como señala el maestro, son las conexiones intimas que se realizan entre lo patológico y el personaje, sin incurrir a la vida completa del paciente y transformar la observación psicopatológica en una mera exploración biográfica del ser.
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